lunes, 19 de noviembre de 2007

Donn E. Pohren o la universalización definitiva del Flamenco. Por Félix R. Lozano.

Donn E. Pohren "in memoriam".

Podemos afirmar sin ningún género de dudas que el americano de Minnesota, ha hecho más por el conocimiento internacional de nuestro excelso arte patrio que artistas claramente cosmopolitas de la talla de Carmen Amaya, Sabicas, Vicente Escudero, la compañía de Antonio con su tocayo Mairena cantándole atrás. O incluso los actuales Morente, Paco de Lucía, Manuel Agujeta, Sara Baras o Joaquín Cortés. Pohren le dio al flamenco el marchamo cultural necesario y expansivo para que desde hace varias décadas se conozca, y en muchos casos para que haya germinado con vigorosa presencia, en los cinco continentes. Y además que se le considere un importantísimo valor cultural. Espejos en los que bien nos vendría mirarnos de vez en cuando a los españoles para aprender a valorar “lo nuestro”.
El pasado lunes día 5 de este mismo mes, después de una dura y traicionera enfermedad, Donn hincó la rodilla en su casa de Madrid a la edad de 78 años.
El americano fue un enamorado profundo de España. Por eso ha querido vivir y morir entre nosotros. Puede decirse que para visitar por primera vez el país sacó sólo billete de ida y jamás le hizo falta el de vuelta. Pohren ha impartido fundamentales lecciones de flamenco pero también de patriotismo sano e incuestionable.
Contacta en Méjico con una importante colonia de españoles interesándose por su acervo cultural. Así aprende el deporte de la pelota vasca y se enamora definitivamente del flamenco. Su primer y gran encuentro con este arte se produce precisamente en el país latino. Donn cuenta con 17 años y asiste a una memorable actuación de una Carmen Amaya en plenitud de garra y facultades.
Su interés flamenco se concreta en el aprendizaje de la guitarra. Instrumento con el que nunca fue “profesional” pero al que le arranco sones de muchos quilates.
Llegó a España en el año 1953, con 24 años y una mochila repleta de ilusiones. En esa época la mayoría de americanos suspiraban por visitar Europa, pero en ningún caso nuestro país. España más abrumada por las tinieblas que por las luces no figuraba en las incipientes pero ya potentes agencias de viajes. El objetivo de Pohren era conocer el país, su cultura, jugar a la pelota, y sobre todo lo demás escuchar flamenco. Y así lo hizo.
Sin embargo las reservas monetarias se fueron agotando a la vez que crecía la firme resistencia para no regresar a sus orígenes, se ve obligado a la aceptación de trabajo civil en la base militar de Morón de la Frontera.
Conoce a Diego del Gastor en el IV Potaje Gitano de Utrera. Es el año 61 y a partir de este hecho se desencadenan otros de vital importancia. Empezando por la compra de la Finca Espartero en Morón.
Después de varios meses de duro trabajo la finca y especialmente las viviendas están en disposición de alojar “invitados”. Las primeras remesas de americanos, con alto nivel cultural y atractivo poder adquisitivo, previa larga espera en reserva, llegan en 1965. Todos presentan un insólito interés en aprender y escuchar “flamenco”, en sus tres vertientes, guitarra, baile y cante.
La primera gran siembra la había hecho Donn tres años antes con “The Art of Flamenco” (El Arte del Flamenco), para resembrar definitivamente en 1964 con “Lives and Legends of Flamenco” (Vidas y Leyendas del Flamenco). Ambos “best sellers” en EE.UU. y traducidos a todos los más importantes idiomas. Siendo éxitos editoriales, entre otros importantes países, Japón, Canadá o Alemania. Publica después “The Way of Life” (Una forma de Vida) en 1980, sobre las experiencias flamencas en la Finca y “Paco de Lucía and family” (Paco de Lucía y familia) en 1992.
Por Morón, y por lo tanto por España, han pasado miles de turistas de todo el mundo, con claros objetivos de hacer turismo cultural, porque a los americanos los siguieron los japoneses, canadienses, ingleses, australianos, neozelandeses, alemanes, franceses, y un largo etcétera de interesados por nuestro exquisito arte.
De los artistas cabe señalar que allí encontraron su sitio Joselero, Manolito María, Andorrano, Anzonini, el mal logrado Fernandillo de Morón, Miguel el Funi, Paco Valdepeñas, Curro Mairena e incluso La Perla y Rosalía de Triana y La Piriñaca y Tía Juana La del Pipa. ¡Menuda plantilla!
Pero con todo, el alma de la Finca era Diego. El del Gastor, que a cuenta de serlo es, pese al desconocimiento que se le profesa en nuestro país, uno de nuestros guitarristas más universales. Fue Diego tan el alma de Espartero, que después de ejercer su última picardía muriéndose unas horas antes de recibir el homenaje del XI Gazpacho Andaluz (Festival flamenco) el 7 de Julio de 1973, la iniciativa más importante de promoción flamenca internacional, o lo que es lo mismo de cultura española, tocó a su fin. ¡Donn E. Pohren, siempre en nuestra memoria!

Félix R. Lozano.